Trastornos Obsesivo Compulsivos. Cómo se forman. Psicólogos Salamanca

Publicado el 27/02/2017 - POR ICOMPORTAMIENTO

Muchas veces vemos en la consulta pacientes que sufren obsesiones que desde niños o adolescentes comenzaron a experimentar esos pensamientos intrusos. Es muy probable que estos hayan cambiado a lo largo de la vida, incluso periodos en los que parecían desaparecer.

 

Con frecuencia sus familias daban importancia excesiva a la rectitud moral, o eran muy religiosas, o muy preocupadas por el orden o la limpieza o la salud. Algunos de estos pacientes han sido entrenados en dar mucha importancia a la responsabilidad en todo lo que hacen, en valorar con juicios morales sus actos y prever amenazantes consecuencias.

Los pensamientos obsesivos son relativamente frecuentes en niños y adolescentes, hay teorías que lo atribuyen a la inmadurez del sistema nervios central, pero esos pensamientos igual que vienen se van. Sin embargo en un niño  o adolescente especialmente sensible a las contingencias y que ha sido entrenado en la duda o los juicios o el rastreo de amenazas puede que se quede atrapado por alguno de esos pensamientos y comience a hacer algo para deshacerse de ellos.

Habitualmente este tipo de pensamientos obsesivos suelen tener que ver con contenidos temidos en nuestra cultura y de los cuales tenemos escaso control o certeza: la existencia, Dios, la muerte, la enfermedad, el sexo, la moralidad, la contaminación, etc.: ¿Qué hay después de la muerte?, ¿y si mis padres tienen un accidente y se mueren?, ¿y si desarrollo un cáncer?, ¿y si soy homosexual?, ¿y si es mi culpa?, ¿y si tengo un impulso y me salgo de la carretera?, ¿y si eso está infectado?, etc. Estos pensamientos vienen cargados de angustia, ansiedad o asco. Seguramente a muchos de nosotros se nos habrá pasado por la cabeza alguno de estos en algún momento de nuestra vida y con rapidez hemos dicho: "esto son bobadas". Pero son sólo algunos los que se quedan pegados al la literalidad del contenido dándoles toda la credibilidad y dispuestos a hacer algo para liberarse de esas sensaciones y esos pensamientos, y es aquí dónde empieza el problema.

Muchas veces son reacciones azarosas que en si mismas no tienen ninguna función intrínseca reductora de la ansiedad pero que al descender la ansiedad en su curso normal queda fuertemente reforzada esa reacción y será muy probable que la repita en un futuro (tocar un número de veces algo, mirar con detenimiento algo, etc.). Otras veces la acción parece dar algo de paz, si me viene una sensación de culpa intensa por algo que ha pasado y comienzo a repasar con precisión todo lo que he hecho en el curso de la acción, puedo encontrar algo que me de tranquilidad, si tengo la sensación de contaminación y me pongo a limpiar de forma exhaustiva es probable que en algún momento la ansiedad baje y con ella la amenaza de contaminación, etc. Sin embargo cuanto más duro trabajamos para la ansiedad y los pensamientos estos adquieren más fuerza y todos nuestros esfuerzos comienzan a ser menos eficaces, lo que nos obliga a hacerlo más veces, de más formas y durante más tiempo. Los pacientes que sufren este problema se sienten atrapados y agotados, sus vidas mermadas y desatendidas. 

Instituto del Comportamiento

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