Pensar sobre nuestros pensamientos.
Sin embargo, este privilegio se puede volver en nuestra contra.
Las mentes están diseñadas para detectar amenazas, hacer juicios, comparar, prever, recordad, etc, esto nos ha ayudado a resolver problemas y evitar peligros a lo largo de nuestra evolución.
Pero esta potente herramienta puede llevarnos al bucle del sufrimiento. Pensar que estamos triste, que no somos lo que queremos ser, que hemos fracasado, etc, en si no tiene mayor problema, el problema comienza cuando no queremos pensar así o analizamos nuestro pensamientos. El pernicioso círculo vicioso del sobreanálisis se ha convertido en una mala costumbre generalizada en nuestra época; generando más estrés y facilita el autodesprecio.
El anhelo de sensaciones positivas es, en si mismo, una sensación negativa. Y, sorprendentemente, la aceptación de las sensaciones negativas es, en si misma, una experiencia positiva. Cuánto menos queremos algo (sensaciones o pensamientos que nos generan malestar), más lo tenemos. Es probable que cuánto más busquemos la felicidad más lejos estará de nosotros.
Quizá si no tenemos sensación de agujetas es probable que no hayamos hecho ningún esfuerzo y no se convierta en mejorar nuestra forma física. Si no estamos dispuestos a que un fisioterapeuta no genere cierto dolor, quizá no nos recuperemos de nuestras lesiones, es probable que no no nos encontramos con fallos y fracasos no mejore nuestra curva de aprendizaje; si no estamos dispuestos a sentir cierta inseguridad al emprender algo nuevo, difícilmente vamos a hacerlo y mejorar nuestras capacidades. Después de todo, sentir miedo es lo que nos permite sentir la garra al enfrentarnos a lo que tememos.
Todos los esfuerzos destinados a evitar el malestar o el dolor de la vida, paradójicamente nos trae más dolor. Evitar el dolor es asegurar el sufrimiento. Evitar un problema hace que el problema sea aún mayor. El dolor está incluido en la vida. Si no sintiéramos vergüenza, seríamos unos sinvergüenzas, si no sintiéramos culta, seríamos unos psicópatas, si no sintiéramos miedo seríamos unos temerarios, si no sintiéramos ansiedad, estaríamos parados. Si estamos dispuestos a sentir dolor nos haremos más fuertes y más firmes. Al fin y al cabo una manera de superar el dolor es aprender a abrirte a él con generosidad.
Psicólogos en Salamanca
Instituto del Comportamiento