Tengo más claros mis valores, antes no sabía o dudaba si lo que creía era de verdad lo correcto o lo que debía, ahora sé que lo que yo valoro es lo que importa, sin tener que esperar otra validez. Por eso, mi dieta vegana tiene más significado y no tengo miedo de probar cosas nuevas; todo lo contrario, me gusta mucho experimentar y asombrarme a mí misma viendo de lo que soy capaz. He aprendido a disfrutar con la cocina. He roto con la rigidez que tenía antes, tanto con la comida, como con las personas y con el ejercicio. Estoy aprendiendo a realizar ejercicio sin obsesión y a buscar lo que a mí de verdad me gusta hacer, aunque a veces me vienen pájaros de ansiedad, por fin realizo ejercicio físico por gusto y no por necesidad y por ansiedad. Aunque creo que este punto debo seguir mejorándolo. Otro aspecto que considero que he mejorado es el poder salir de casa cuando quiera, dar paseos por gusto y conseguir descansar días enteros sin salir, aunque a veces vengan pájaros; antes era incapaz, tenía la necesidad de salir a pasear o caminar por la mañana y por la tarde para calmar mi cabeza y la ansiedad. Ahora valoro esos momentos en los que salgo a caminar o simplemente camino, porque soy privilegiada por poder llevar esta vida. También exijo menos a las personas por lo que he dicho antes: es mejor que yo actúe como quiera y no esperar que los demás cumplan con mis expectativas. Ya no me ataco tanto con mi físico, ahora prefiero demostrar la persona que soy, que es lo que va a prevalecer. He dejado de pesarme con rigidez y obsesión y de contar calorías.