¿Y si no os pasa nada grave, pero os sentís lejos? Cómo recuperar la conexión emocional en la pareja_ Terapia de Pareja Online

¿Y si no os pasa nada grave, pero os sentís lejos? Cómo recuperar la conexión emocional en la pareja_ Terapia de Pareja Online

Sentirse lejos sin haberse peleado también duele. Descubre por qué ocurre la desconexión emocional en pareja y cómo volver a acercaros desde lo cotidiano.

Publicado el 10/06/2025 - POR ICOMPORTAMIENTO

Estáis bien.

No hay gritos, ni portazos, ni escenas de película. Tampoco hay infidelidades, ni mentiras, ni grandes catástrofes. Todo está... correcto. Pero también está frío. Como una taza de café olvidada en la mesa.

 

Dormís juntos, pero a veces parece que no estáis en la misma cama. Os contáis lo justo. Os organizáis bien. Incluso funcionáis como equipo. Pero la chispa, la complicidad, las conversaciones largas y tontas… eso, hace tiempo que se fue.

 

Y a veces te preguntas:
—¿Y si esto es todo?
—¿Y si no hay nada roto, pero ya no hay nada?

 

Este post es para esas parejas que no tienen un drama para contar, pero sí un vacío que nadie nombra.


Porque la desconexión emocional no suena fuerte. No da titulares. Pero puede doler igual que una traición.


Y lo más duro es que no sabes si aún hay algo que recuperar.

 

Vamos a hablar de eso. De lo que se enfría. De lo que se puede volver a calentar.

 

 

La distancia emocional: el fantasma silencioso

 

La distancia emocional no llega de golpe. No entra con ruido. Se instala poco a poco, como el polvo en una casa cerrada.

 

Un día te das cuenta de que habéis dejado de preguntar cómo ha ido el día... y te parece normal. Que os veis solo en los cambios de turno. Que os habláis más para coordinar la semana que para compartirla.

 

No hay enfado. No hay desprecio. Pero tampoco hay risa, ni deseo, ni esa mirada de “estás ahí, conmigo”.

 

Esa es la trampa: como no hay conflicto, parece que no pasa nada. Pero sí pasa.

 

John Gottman —uno de los psicólogos que más ha investigado las relaciones de pareja— lo decía claro: no son los grandes gestos los que salvan una relación, sino los “pequeños momentos de conexión” repetidos en el tiempo. Esos que hacen sentir “te veo, me importas”.

 

Cuando esos microgestos desaparecen, la relación no estalla. Se apaga.

 

Y lo peor es que suele apagarse sin que nadie se dé cuenta. Hasta que ya solo queda silencio.

 

 

 ¿Por qué ocurre si no ha pasado “nada”?

 

La mayoría de las parejas no se rompen por algo grande. Se disuelven poco a poco en lo cotidiano.

 

A veces, la distancia emocional aparece sin avisar. Y no porque haya un problema “grave”, sino porque hay demasiadas pequeñas cosas que se interponen: las prisas, los niños, los emails, la compra del súper, la cena que se quema, las reuniones eternas, el cansancio acumulado.

 

Y sin darte cuenta, pasáis de hablar de lo que sentís a hablar solo de lo que toca hacer.

 

También hay parejas que evitan el conflicto con tanto empeño, que terminan evitando todo. Incluso el contacto emocional.

—“Si empezamos a hablar, acabamos discutiendo.”
—“Prefiero no decir nada. Total, ya sé lo que va a pasar.”
—“Mejor estar tranquilos que remover cosas.”

 

Y así, en nombre de la paz, se firma una tregua… con el silencio.

 

La rutina tiene esa habilidad: adormece. Nos vuelve funcionales, pero no cercanos. Compañeros de equipo, sí. Pero no de vida.

 

Lo doloroso es que no os lleváis mal. Pero ya no os lleváis tan bien.

 

Y ese “ni bien ni mal” es lo que más desorienta. Porque no sabes si luchar, resignarte o simplemente seguir por inercia.

 

 

 Ejemplo de vida real (ficcionado pero reconocible)

 

Es sábado por la noche.
Los niños ya están dormidos.
La casa, en silencio.

Claudia se sienta en el sofá con su taza de infusión y coge el móvil. A su lado, Jaime ya está ahí, también con el móvil en la mano. No se miran. No porque estén enfadados, sino porque ya no hay nada urgente que decirse.

Cada uno en su pantalla, en su mundo.
Uno revisa vídeos. El otro responde un mensaje del trabajo.
A veces, se cruzan una palabra suelta. Un “mira esto” sin entusiasmo. Un “mañana hay que comprar leche”.

Están juntos.
Están bien.
Están lejos.

No hay enfado. No hay conflicto. Solo hay una distancia que se ha hecho costumbre. Y que ahora cuesta tanto romper como si fuera una muralla.

Claudia piensa en decir algo. En proponer una charla, una película, un poco de piel. Pero se le pasa. Porque ya ha pasado tantas veces que no espera mucho.
Y Jaime, por su parte, piensa que si ella no dice nada, mejor dejarlo así. “Para qué forzar.”

Y así, noche tras noche, se siguen queriendo… sin tocarse.

 

 

 Señales de que algo se está enfriando

 

A veces no hace falta que pase algo grande para saber que algo no va bien. Basta con notar que lo que antes unía… ahora simplemente no aparece.

 

Estas son algunas señales frecuentes de que la conexión emocional se está enfriando:

  1. Falta de curiosidad por el otro
    Ya no preguntas cómo ha ido su día. Y si lo preguntas, no te importa mucho la respuesta. Todo se vuelve rutinario, sin interés genuino.
  2. Menos contacto físico espontáneo
    Abrazos que ya no llegan. Caricias que solo aparecen si hay sexo. Y el sexo… escasea. O es más mecánico que íntimo.
  3. Silencios incómodos o resignados
    No de esos silencios cómodos, de “qué a gusto estoy contigo sin decir nada”. Sino de los otros. Los que suenan a nada. A resignación.
  4. Te apetece más estar solo que compartir el tiempo libre
    Ya no planificáis escapadas, ni noches especiales, ni siquiera una peli sin distracciones. Estar juntos se siente más como una tarea que como un deseo.
  5. Las risas desaparecen
    Antes os reíais con tonterías. Ahora apenas hay bromas. Cada uno vive lo suyo, y lo compartido se reduce al reparto de funciones.
  6. Ya no habláis del futuro
    Ni planes, ni sueños, ni proyectos. Solo el presente práctico y una sensación de estar “tirando”.

 

No hace falta tener todas estas señales para saber que algo ha cambiado. A veces, con una o dos, ya se siente que algo importante se está perdiendo.

 

Pero si aún lo notas, si aún duele, es que quizás aún importa.

 

 

 Cómo empezar a recuperar la conexión emocional

 

Volver a acercarse no siempre implica hacer algo grandioso. A veces, lo pequeño —si es real— tiene más fuerza que lo espectacular.


Aquí van algunas ideas que en terapia suelen marcar la diferencia cuando una pareja se siente bien… pero lejos.

 

  1. 15 minutos de presencia real al día
    Nada de multitarea. Sin pantallas. Solo estar ahí, el uno con el otro. Puede ser durante un paseo, mientras se toma un café, en la cama antes de dormir.
    Y no hace falta tener grandes conversaciones. A veces, basta con mirar al otro y decir: “Te noto cansado hoy, ¿quieres contarme?”
  2. Recuperar las preguntas que abren
    No las de “¿cómo ha ido el día?”, sino las de verdad:
    – ¿Qué te está costando últimamente?
    – ¿Hay algo que no me hayas dicho porque no sabías cómo?
    – ¿Qué necesitas más de mí últimamente?

El objetivo no es resolver, es estar. Sin juicio. Sin respuestas perfectas. Solo con presencia.

  1. Cuidar lo pequeño, que antes no costaba
    – Un mensaje inesperado solo para decir “me acordé de ti”.
    – Un gesto de afecto sin motivo.
    – Una risa compartida, aunque sea por una tontería.

Lo cotidiano no tiene por qué ser aburrido, si se hace con intención.

  1. Compartir espacios sin función
    Recuperar momentos que no tengan una utilidad. No para hacer la compra, no para planificar, no para resolver. Solo para estar. Como cuando empezasteis.
  2. Hablar del resentimiento acumulado… sin convertirlo en juicio
    Si hay cosas guardadas, heridas viejas que aún escuecen, a veces es necesario abrirlas para poder curarlas.
    No para echar en cara, sino para liberar espacio entre los dos.
  3. No esperar a que el deseo aparezca para acercarse
    A veces, el deseo no es el motor. Es el resultado. Y acercarse sin esperar la chispa puede ser justo lo que la encienda.

 

Reconectar no es volver a ser los de antes. Es aprender a acercarse de otra manera. Más real. Más adulta. Más consciente.

 

 

 Claves desde la terapia

 

Cuando una pareja llega a consulta diciendo “no nos pasa nada grave, pero ya no nos sentimos cerca”, no están en crisis… pero tampoco en paz.

 

En estos casos, el trabajo terapéutico no es apagar fuegos, sino encender luces. Ayudar a mirar lo que no se está nombrando. Y sostener lo que duele… sin buscar culpables.

 

  1. Mapear la historia de alejamiento
    En sesión, exploramos cuándo y cómo empezó esa distancia. ¿Fue tras una mudanza? ¿Después del nacimiento de un hijo? ¿En medio de un duelo?
    A veces la pareja no se ha roto, simplemente no ha hecho el duelo de un cambio importante.
  2. Nombrar lo que se ha perdido sin dramatizar
    Muchos evitan hablar porque temen que eso acelere el final. Pero en terapia decimos: lo que se nombra, se cuida.
    Hablar de lo que se ha ido, permite decidir qué se quiere recuperar y qué no.
  3. Entrenar la conexión emocional, no la perfección
    No se trata de estar siempre bien ni de evitar discusiones. Se trata de aprender a estar en la emoción del otro sin defenderse.
    En vez de “no te entiendo”, poder decir: “no lo comparto, pero lo veo… y me importa”.
  4. Trabajar la presencia, incluso cuando hay ruido mental
    A veces la mente se va: “esto no va a cambiar”, “ya no me desea”, “estamos por costumbre”.
    En terapia se entrena a parar, a no seguir esos pájaros, y a volver al momento: “¿Qué hay aquí ahora que merece mi atención?”
  5. Recuperar los valores de la relación
    ¿Por qué estáis juntos? ¿Qué os unía antes del ruido? ¿Qué merece ser cuidado?
    Eso no se impone. Se redescubre.
    Y en ese proceso, muchas parejas vuelven a encontrarse de otra forma. No como antes. Sino como ahora.

 

 

A veces no hay gritos, ni reproches, ni historias para contar en voz alta.
Solo hay un sofá compartido… y dos personas que ya no saben cómo volver a tocarse sin romper el silencio.

 

No sois enemigos.
No sois incompatibles.
Solo estáis lejos. Y quizás lleváis tiempo sin mapa.

 

Pero mientras aún haya alguien que mire al otro y piense “me gustaría volver a sentirme cerca”, hay camino.


No hacia lo que fuisteis, sino hacia algo nuevo. Algo más real. Más consciente. Más elegido.

 

Si sentís que algo importante se está perdiendo, quizá es el momento de dejar de evitar la conversación…
Y empezar la reconexión.

 

La distancia emocional no se mide en kilómetros. Pero se puede acortar.

 

Estoy aquí si queréis acompañamiento en ese proceso.

 

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