¿Te ha pasado alguna vez que, sin previo aviso, tu corazón empieza a latir a mil por hora, te falta el aire, sientes que todo te da vueltas y, de repente, estás seguro de que algo terrible va a pasar? Tranquilo, respira. Probablemente no estás perdiendo el control ni a punto de sufrir un ataque al corazón. Es posible que se trate de un ataque de pánico. Hoy te cuento qué es exactamente un ataque de pánico, por qué ocurre y, sobre todo, cómo puedes reconocerlo para aprender a gestionarlo.
Un ataque de pánico es una reacción intensa de miedo o ansiedad que aparece de manera repentina y sin una causa aparente. Puede durar desde unos minutos hasta media hora y, aunque no suele tener consecuencias físicas a largo plazo, puede ser extremadamente incómodo y aterrador. Muchas personas sienten como si estuvieran en peligro inminente o a punto de perder el control, lo que hace que esta experiencia sea difícil de entender para quienes no la han vivido.
Los ataques de pánico son relativamente comunes; de hecho, según algunos estudios, hasta un 11% de las personas experimentarán al menos uno en su vida. Sin embargo, cuando estos ataques ocurren repetidamente y afectan a la vida diaria, hablamos de un trastorno de pánico, una condición que puede beneficiarse de tratamiento psicológico.
Diferenciar un ataque de pánico de otras sensaciones de ansiedad o estrés puede ser complicado. Aquí te dejo algunos de los síntomas más frecuentes para que puedas identificarlos si te ocurre o si alguien cercano a ti necesita ayuda:
Aunque los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento, existen ciertos factores que pueden aumentar la probabilidad de que aparezcan. Estos incluyen situaciones de mucho estrés, temporada en la que estamos más preocupados y rumiamos mucho durante el día, experiencias traumáticas pasadas, predisposición genética, y hasta el consumo de ciertas sustancias (como la cafeína o el alcohol).
Desde el punto de vista psicológico, se cree que los ataques de pánico están relacionados con una reacción exagerada del sistema de "lucha o huida" del cuerpo, la respuesta que nos ayuda a defendernos del peligro. En el caso de un ataque de pánico, esta reacción se activa sin que haya una amenaza real. En otras palabras, el cuerpo está listo para enfrentarse a un “peligro” que en realidad no existe, pero la mente lo percibe como si fuera real.
Para comprender mejor cómo se originan y se perpetúan los ataques de pánico, vamos a analizar el proceso en tres partes: situaciones que suelen activar la reacción, pensamientos y sensaciones que surgen; cómo reaccionamos ante estos pensamientos y emociones; y finalmente, qué consecuencias puede tener esta reacción tanto a corto como a largo plazo.
Los ataques de pánico suelen aparecer en situaciones donde no existe una amenaza real, pero nuestro cuerpo reacciona como si estuviera en peligro. Por ejemplo, es común que surjan en momentos de mucho estrés, en lugares cerrados, o incluso sin motivo aparente. En estos momentos, podemos experimentar pensamientos como:
Estos pensamientos suelen venir acompañados de sensaciones físicas incómodas, como latidos rápidos, respiración acelerada o incluso un leve mareo. Es importante saber que estas sensaciones son una respuesta natural del cuerpo ante una percepción de “alerta” y, aunque sean desagradables, no son peligrosas.
En un intento de reducir la incomodidad o el miedo, es normal que intentemos controlar o huir de estas sensaciones y pensamientos. Las reacciones más habituales pueden ser:
Las estrategias de control, escape o evitación pueden ayudar a reducir el malestar en el momento, pero a largo plazo tienen efectos poco beneficiosos:
Comprender este ciclo es el primer paso para cambiarlo. En lugar de reaccionar con control o evitación, aprender estrategias de aceptación y mindfulness ayuda a reducir el miedo y a relacionarnos con estas sensaciones sin aumentar el malestar. La terapia puede proporcionar herramientas efectivas para cambiar esta reacción en el momento y reducir la frecuencia de los ataques a largo plazo.
Si sientes que estás empezando a tener un ataque de pánico, aquí tienes algunas técnicas que pueden ayudarte a calmar los síntomas en el momento:
Si experimentas ataques de pánico de forma recurrente y estos afectan a tu vida diaria, puede ser el momento de buscar ayuda. La terapia psicológica puede ofrecerte herramientas para gestionar estos episodios y comprender qué los desencadena. Las terapias Contextuales o Terapia de Tercera Generación han demostrado ser las más eficaces en el tratamiento de los trastornos de pánico.
En mi consulta en Salamanca y Zamora, y también en sesiones online, ayudamos a personas a manejar estos ataques a través de técnicas específicas que fortalecen la autoconfianza y desactivan los patrones de lucha que pueden contribuir a estos episodios. No tienes que enfrentarte a esto solo; existen estrategias eficaces que pueden mejorar tu calidad de vida.
Los ataques de pánico pueden ser intensos, confusos y aterradores, pero recuerda: no estás solo. Millones de personas experimentan esta situación en algún momento de sus vidas, y existen maneras de gestionarla y superarla. Reconocer los síntomas y entender que no representan un peligro real es el primer paso hacia el control.
Si te sientes identificado o necesitas apoyo en esta situación, te invito a explorar más recursos o a considerar una consulta para profundizar en técnicas personalizadas de gestión de ansiedad y pánico. En nuestra consulta, estamos aquí para ayudarte a comprender estos episodios y enseñarte a recuperar el control, con un enfoque práctico, profesional y cercano. No dudes en contactarnos; estamos aquí para ayudarte en cada paso del camino hacia una vida más tranquila y plena.
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