La ansiedad es una experiencia común que muchas personas enfrentan en diferentes momentos de su vida. Sin embargo, cuando esta sensación comienza a tomar el control y afecta el bienestar general, surge la pregunta: ¿cómo se desarrolla la ansiedad? A lo largo de este post exploraremos, a través de un ejemplo práctico, cómo se forma este trastorno y las dinámicas que lo perpetúan.
Imaginemos que una persona comienza a experimentar sensaciones físicas molestas, como mareos o taquicardias, en determinadas situaciones sin una causa aparente. Desde su infancia, ha aprendido a prestar atención a las señales físicas del cuerpo y a buscar una explicación lógica para cada síntoma. En consecuencia, cuando siente ese mareo inesperado, se preocupa, trata de entender qué está pasando y empieza a prestar aún más atención a sus sensaciones físicas.
Es probable que en los días siguientes, esta persona esté alerta ante cualquier señal de que estos síntomas puedan volver. Comienza a observar en qué contextos aparecen: ¿solo cuando está con mucha gente? ¿En casa no, pero fuera de casa sí? Esta búsqueda de respuestas puede llevar a la persona a formular hipótesis: “Quizá estoy estresado”, “¿Habré heredado los problemas emocionales de mi madre?”, o “¿Será algo relacionado con el corazón?”. Para tratar de mitigar estos síntomas, es posible que empiece a realizar ciertos cambios en su estilo de vida: dejar de beber café, evitar el ejercicio intenso o modificar su dieta.
Cuando estos síntomas persisten, es común que la persona busque apoyo externo. Quizá consulte a familiares, como su pareja, quien podría decirle: "Mi hermano también experimentó algo similar y el médico le diagnosticó un trastorno de ansiedad". A partir de este comentario, la persona empieza a considerar la posibilidad de que su situación esté relacionada con la ansiedad. Esto puede desencadenar una visita al médico de cabecera o una búsqueda en internet para encontrar información sobre sus síntomas.
Si acude al médico, es probable que le hagan una serie de preguntas sobre el tiempo que lleva con estos síntomas y, en algunos casos, se le recomiende un tratamiento con medicación. El médico podría explicarle que sufre un trastorno de ansiedad y que esto podría estar relacionado con un desequilibrio químico en el cerebro. Este tipo de diagnóstico tiene un impacto profundo en cómo la persona se percibe a sí misma y en la forma en que maneja sus síntomas.
Estudio sobre la medicalización de la ansiedad: Investigaciones publicadas en Psychiatry Research sugieren que la explicación basada en desequilibrios químicos, aunque común, puede llevar a una dependencia excesiva de la medicación, mientras que el papel del comportamiento y el entorno a menudo se subestima en el tratamiento.
Al recibir el diagnóstico, muchas personas buscan más información, recurriendo a internet y foros. Desafortunadamente, la información encontrada en estos sitios puede reforzar la creencia de que la ansiedad es una enfermedad mental crónica y genética, que puede incluso empeorar con el tiempo. Además, algunos foros y páginas enfocadas en la ansiedad perpetúan la idea de victimismo, donde los pacientes hablan principalmente de sus medicamentos y las dificultades para superar el trastorno.
Todo esto refuerza la idea de que la persona está enferma y de que su vida estará limitada por la ansiedad. Así, es posible que empiece a probar diferentes técnicas: comprar libros de autoayuda, asistir a talleres de relajación o acudir a un psicólogo que le ofrezca soluciones rápidas para eliminar sus síntomas. Sin embargo, estas estrategias a menudo fallan en abordar la raíz del problema, lo que puede llevar a una mayor frustración.
Estudio sobre el impacto de la información en la ansiedad: Un estudio en Journal of Anxiety Disorders encontró que la exposición a información errónea o alarmista sobre la ansiedad puede exacerbar los síntomas y aumentar la preocupación sobre las propias sensaciones físicas.
El entorno cercano, como los familiares o la pareja, también desempeña un papel crucial en la evolución de la ansiedad. Cuando una persona es diagnosticada con un trastorno de ansiedad, es común que la familia comience a preocuparse más por su bienestar, bajando las expectativas sobre sus capacidades y siendo más permisivos con ciertas conductas. Pueden sugerir que la persona abandone ciertas actividades, tome medicación o reciba acompañamiento constante.
Estas dinámicas familiares, aunque bien intencionadas, pueden reforzar la idea de que la persona no es capaz de llevar una vida normal sin apoyo externo, perpetuando el ciclo de dependencia y evitación.
Estudio sobre el impacto familiar en los trastornos de ansiedad: Según un estudio en Behavior Therapy, las familias que reaccionan con sobreprotección o baja expectativa hacia los miembros con ansiedad contribuyen al mantenimiento y exacerbación de los síntomas.
Si la persona decide acudir a un psicólogo, es probable que este le pregunte sobre sus pensamientos y emociones, y plantee un tratamiento basado en la eliminación de los síntomas. Esto puede fortalecer aún más la idea de que la ansiedad es un problema que debe ser erradicado, lo que refuerza la lucha constante contra las sensaciones y pensamientos ansiosos.
Es importante tener en cuenta que no todos los psicólogos abordan la ansiedad de esta manera. En nuestro enfoque, por ejemplo, trabajamos desde una perspectiva contextual, donde el objetivo no es eliminar los síntomas, sino enseñar a las personas a convivir con ellos, sin que estos interfieran en su vida diaria.
A menudo, las personas que sufren de ansiedad creen que las sensaciones físicas o los pensamientos recurrentes son el verdadero problema. Sin embargo, desde nuestro enfoque, creemos que el problema no son las sensaciones o los pensamientos en sí, sino la forma en que las personas reaccionan a ellos. El miedo constante a experimentar estas sensaciones refuerza la ansiedad y lleva a un ciclo de evitación y dependencia.
En lugar de luchar contra la ansiedad, la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) propone aceptar estas sensaciones y pensamientos como parte de la experiencia humana, mientras se trabaja en construir una vida rica y significativa, sin dejar que la ansiedad dicte todas las decisiones.
Estudio sobre la efectividad de la ACT en el tratamiento de la ansiedad: Un metaanálisis publicado en Clinical Psychology Review muestra que la Terapia de Aceptación y Compromiso es altamente eficaz para reducir los síntomas de ansiedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
La ansiedad puede convertirse en un trastorno debilitante cuando las personas organizan toda su vida en torno a ella. El proceso que comienza con una simple sensación física, como un mareo o una taquicardia, puede derivar en un diagnóstico de trastorno de ansiedad que condiciona cada aspecto de la vida. Sin embargo, es posible adoptar un enfoque diferente.
Si dejamos de considerar a la ansiedad como un enemigo que debe ser eliminado y aprendemos a convivir con ella de manera saludable, podemos empezar a recuperar el control sobre nuestra vida. No se trata de eliminar los síntomas, sino de aprender a vivir bien, incluso cuando la ansiedad está presente.
En el Instituto del Comportamiento, en Salamanca, trabajamos desde una perspectiva basada en la evidencia, utilizando enfoques como la Terapia de Aceptación y Compromiso para ayudarte a vivir una vida plena, sin dejar que la ansiedad defina quién eres. Si sientes que la ansiedad ha tomado el control de tu vida, estamos aquí para ayudarte.
En el Instituto del Comportamiento, trabajamos desde una perspectiva basada en la evidencia científica, utilizando enfoques como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) para ayudarte a construir una vida plena, incluso en presencia de ansiedad. Si sientes que esta ha tomado el control de tu vida, podemos ayudarte a recuperar el control.
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